Cepeda, el hombre que llevó a Uribe ante la justicia


Por: Elkin Calvo*

Desde que inició el debate público en 2012 sobre los vínculos de Álvaro Uribe Vélez con grupos paramilitares, el senador Iván Cepeda ha demostrado una valentía fuera de lo común en la política colombiana. Fue él quien, convencido de la verdad y acompañado de testimonios de exparamilitares como Juan Guillermo Monsalve, expuso acusaciones tan explosivas como necesarias.

Gracias a ese valor, en 2014 Uribe respondió con una denuncia contra Cepeda —acusándolo de manipular testigos—, lo que dio inicio a una persecución jurídica en su contra. Pero la Corte Suprema no solo lo absolvió: encontró que el expresidente sí podría estar detrás de una red para manipular testigos desde las cárceles, y abrió una investigación penal que hoy, más de una década después, está por llegar a una posible condena en primera instancia. Aunque el juicio en curso es por delitos como soborno y fraude procesal, considerados “menores” en comparación con otros señalamientos más graves que rodean al expresidente, el proceso es de una magnitud histórica: por primera vez, un expresidente de la República se enfrenta a una condena judicial por intentar entorpecer la justicia.

Cepeda, en medio de amenazas, persecución mediática, ataques desde sectores del uribismo y una opinión pública polarizada, nunca claudicó. Por el contrario, su temple ético y su compromiso con la justicia han sido faro y guía en tiempos de oscuridad institucional. Como él mismo lo ha dicho, no busca venganza ni revancha, sino verdad, justicia y garantías para las víctimas. Su insistencia, su coherencia y su convicción de que nadie está por encima de la ley, han permitido que hoy, por fin, se ventile este juicio que Uribe ha querido evadir bajo discursos políticos y victimistas.

Iván Cepeda no es un improvisado. Su vida ha estado marcada por la violencia del Estado y por una consecuencia política admirable. Hijo del dirigente de la Unión Patriótica Manuel Cepeda Vargas, asesinado en 1994, vivió el exilio, se formó en filosofía y derechos humanos en Europa, y regresó al país para fundar el Movimiento de Víctimas de Crímenes de Estado (MOVICE), convirtiéndose en uno de los rostros más representativos de la defensa de los derechos humanos en Colombia. En el Congreso ha promovido el debate sobre la parapolítica, los crímenes de Estado y la paz. Ha sido parte fundamental de los diálogos con las antiguas FARC y con el ELN. Y ha construido una carrera basada en el respeto, la verdad y la firmeza, incluso en momentos donde la vida misma ha estado en riesgo.

Su trayectoria está lejos del oportunismo de muchos de sus colegas. Iván Cepeda ha sido, durante décadas, una voz incómoda para el poder, pero una voz necesaria. Porque en un país donde la impunidad es regla, donde los victimarios suelen tener micrófono y tribuna, y donde se premia el cinismo con curules, su existencia es una anomalía: un político que no se vende, no negocia la verdad, y no transa con la mentira.

Por eso, hoy, cuando el juicio contra Álvaro Uribe avanza, es momento de reconocer, agradecer y destacar el trabajo de Cepeda. No solo por haber sido la chispa que encendió este proceso judicial, sino por mantenerse firme, por acompañar a las víctimas, por hablar cuando otros callaron, por resistir cuando otros huyeron o se acomodaron. Colombia necesita más Iván Cepeda: políticos comprometidos con el país, con los de abajo, con la justicia, con la vida.

En un país donde algunos se creen dioses —como uno de los testigos presos llegó a afirmar sobre Uribe—, la historia nos recuerda que ningún poder es eterno, que ninguna arrogancia es invencible, y que la verdad siempre encuentra caminos para salir a la luz. Cepeda no solo ha contribuido a que Uribe enfrente la justicia: ha demostrado que incluso los más poderosos deben responder cuando cruzan los límites de la ley.

Gracias, senador Iván Cepeda, por no rendirse, por enseñarnos que la justicia se construye con paciencia, coraje y verdad. Usted nos ha recordado que en Colombia aún es posible hacer política con dignidad. Y por eso, esta vez, la historia está de su lado.

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*Comunicador social con énfasis en educación de la Universidad Santo Tomás, magister en comunicación – educación con énfasis en cultura política, investigador del doctorado en estudios sociales de la U Distrital en la línea Subjetividades, diferencias y narrativas; énfasis en cuerpos, tecnociencias y digitalización de la Vida. Autor del libro Youtube como ecosistema comunicativo;  actualmente es docente de la Universidad Pedagógica Nacional en Bogotá, Colombia.


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